por Nino Ramella
Hace más de 20 años comenzamos una puja con el Museo Histórico del Banco de la Provincia de Buenos Aires “Arturo Jauretche” para que cediera un escritorio y un sillón que la Fundación del banco había comprado en el remate de Villa Victoria dispuesto por la UNESCO en Mar del Plata el 26 de enero 1981. El Museo, ubicado en Sarmiento al 300 de la ciudad de Buenos Aires, tiene muchísimos muebles que forman parte de su acervo.
Hice innumerables viajes para entrevistar al por entonces director, arquitecto Alberto de Paula, y convencerlo de que esos muebles debían estar donde habían estado siempre, en la Villa Victoria.
De Paula, un excelente funcionario, era un hueso difícil de roer. Por nada quería desprenderse de esos muebles. Su argumento original era que en realidad eran propiedad de la Fundación del Banco y no del Museo y que por eso él no podía disponer su destino.
Al ver que nos sería fácil entablar gestiones por ante la Fundación echó mano a otro argumento: en ese escritorio el presidente Alfonsín había firmado el acuerdo con Chile por el conflicto del Beagle y entonces ya había adquirido una significación que superaba con creces el hecho de que había pertenecido a Victoria Ocampo.
Volvía de esas reuniones siempre con una negativa. Pero no me di por vencido. Volví muchas veces.
En una oportunidad él propuso una transacción. Nos daría el escritorio y el sillón si nosotros a cambio le dábamos una artesanía que había hecho Patricio Peralta Ramos. Se trataba de una especie de retablo miniatura del frente de un edificio con arcos dentro de los cuales había puesto fotos de sus hijos. El remate de esa pequeña maqueta era una columna trunca. Y en una inscripción se leía “en el año… todos juntos aquí”.
Ese edificio que copiaba la maqueta era el Banco Provincia de aquella época. Esa era la razón por la que de Paula lo quería. Obviamente le dije que no podía responder a ese pedido pues no podía cederle algo hecho por el fundador de la ciudad y donado por su familia al Archivo Histórico Municipal.
Todo parecía ya perdido. La instancia del director del Museo se había agotado. Mis esfuerzos continuaron apuntando ahora al presidente del Banco. Recuerdo inclusive que ya habiéndome alejado de la gestión como director de la Villa un día junté al intendente de la época con el presidente del banco, que por entonces era Aldo Ferrer, y puse el tema en medio de la conversación.
Pasó el tiempo. Tampoco pude lograr ese traslado siendo ya secretario de Cultura en mi ciudad. Pero los apetitos no cesaron. Fui designado jefe de Gabinete del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y ahí, más cerca de los despachos que decidían, emprendí otra vez la lucha por esos muebles.
Esta vez sí tuve suerte. Logramos finalmente que cedieran en comodato (“es un comodato eterno” dijo en ese momento el presidente del Banco) los famosos muebles. En el acto de recepción Emma Burgos y Enrique Baigol leyeron fragmentos de cartas que durante mucho tiempo se intercambiaron Arturo Jauretche y Victoria Ocampo y que se encuentran en un libro genial de Norberto Galasso que se llama “Dos Argentinas” (recomiendo fervorosamente su lectura).
Me alegra que el Banco haya hoy dispuesto la formalidad de su cesión.
(*): Ex presidente del Ente de Cultura de General Pueyrredon.